La maldición de Hill House se estrenó en 2018 con muchos comentarios que alababan el trabajo que Mike Flanagan había hecho al traernos uno de los mejores productos de terror de los últimos tiempos. Han pasado ya cinco años desde entonces, lo cual se dice pronto, pero pocas obras parecen haberla igualado en calidad. Ni siquiera su "secuela", La maldición de Bly Manor, obtuvo la misma recepción.
Y es que, en ese sentido, esta producción de Netflix parece tener algo especial, algo que te atrapa y que, unido a que en su momento se vendió como una representación de los miedos de la parálisis del sueño, hace que quieras devorar sus diez capítulos cuanto antes. Sin embargo, es mucho más que eso. La fantasía se mezcla con el terror para darnos un resultado que merece la pena volver a ver y que provocará en el espectador un cúmulo de sensaciones únicas. Además, teniendo en cuenta la gran cantidad de detalles que tiene, no hay duda de que podréis encontrar nuevos elementos e interpretaciones al hacerlo.
La habitación roja de Hill House
La maldición de Hill House es una mezcla de conceptos y todos casan a la perfección entre ellos. Basada en la novela de Shirley Jackson, en esta historia conoceremos desde diferentes momentos temporales la vida de la familia Crain. El eje central, el presente, se configura desde diferentes caminos que nos contarán la vida de los hijos del matrimonio que se va a vivir a Hill House con el objetivo de restaurar la mansión. Sin embargo, la casa está maldita y con ella la familia también acaba pagando las consecuencias.
Mezclar líneas temporales y tantas historias no siempre es sencillo. Hacer que todas estas tengan sentido y que acaben encontrando un clímax común no tiene porqué salir bien, pero aquí lo hace y, además, de una forma excelente. Los primeros minutos de la serie son una declaración de intenciones, una que trata de atrapar al espectador mediante una de las escenas más aterradoras que se habían visto en mucho tiempo. Un padre preocupado entra en la habitación de sus hijos para advertirles de que no hagan ruido. Tienen que escapar del lugar, pero no hay rastro de la madre. Algo ocurrido con ella y ahora una amenaza espectral se ciñe sobre ellos. "No abras los ojos", le dice el adulto a uno de los pequeños, pero este lo hace cuando escapan de la sala, encontrando a un ser demoníaco que los persigue. Consiguen salir de la casa, dejando a los que estamos viendo la escena completamente boquiabiertos y entonces se produce el salto temporal. Los niños ya son mayores, todos han hecho sus vidas.
Todos los hermanos son tan distintos entre ellos que nada parecen tener en común. De hecho se dice que cada uno representa una etapa distinta del proceso del duelo. El más mayor es escritor de éxito gracias a sus relatos paranormales y mediante su figura se nos presenta una de las ideas principales de la serie: ¿existen los fantasmas? No todos han tenido la misma suerte, algunos de ellos simplemente sobrellevan el suceso que acabó por romper a la familia y, sin embargo, todas y cada una de sus historias consiguen intrigarnos, más aún cuando estas tramas se mezclan y se separan una vez tras otra. La narración de la vida adulta de estos personajes es intercalada, (con mucho acierto), con sus vivencias de niños, generando en el público un peso dramático grande. A La Maldición de Hill House llegas por el terror, es cierto, pero te quedas por el misterio.
Con ello no estoy diciendo que la serie decaiga en cuanto se trata de poner los pelos de punta al espectador, al contrario. Durante toda su extensión conseguirá generar momentos de verdadera angustia, combinándolo con dosis de fantasía oscura que son capaces de transmitir verdadera belleza. Esa dualidad es una de las cosas que hace que la serie conecte enseguida con aquellos que la están viendo, sabiendo muy bien cuando dar una de cal y otra de arena. Esta no se conforma con meter jumpscares a todas horas, aunque alguno que otro hay, pero también juega mucho con los ángulos, las sombras, los efectos visuales para generar incomodidad de una forma subconsciente. Todo esto unido a unas interpretaciones excelentes por parte de todos los actores, incluidos los más pequeños, atrapa. Como detalle curioso, hay hasta una treintena de fantasmas colocados en diferentes escenas de forma secundaria a modo de Easter Egg.
Personalmente me gustaría destacar la actuación de Carla Gugino. Esta es capaz de ser el personaje más tierno que te puedes imaginar y a la vez el más inquietante de todos. Oliver Jackson-Cohen también sobresale mucho, haciendo el papel del hermano que más sufre y, en general, todos hacen grandes papeles.
Podríamos decir en cierta medida que en algunos momentos la estructura puede recordar a la exitosa American Horror Story, pero con menos dosis de angustia que esta. De hecho, la segunda temporada sigue la misma línea de contar con algunos actores de la primera, pero con una historia diferente. Sin embargo, para hacernos una idea general, sí que encontramos capítulos centrados en diferentes puntos de vista para al final reunirse en un desenlace que dio mucho que hablar por su misticismo. De hecho, hay una teoría excelente sobre ciertos detalles que pudieron pasarse por alto y que serían resolutivos sobre la habitacion roja muy interesante a la que os recomiendo echarle un vistazo si ya habéis visto la serie. También hay algunos parecidos entre la primera temporada de American Horror y esta en lo referente a la casa, por ejemplo.
No hay duda de que La maldición de Hill House es una serie única. Su director ha comentado muchísimas veces que acabó agotado tras el proyecto, pero el buen trabajo de todo el equipo que participó es digno de alabarse y así se hizo. Hasta el propio Quentin Tarantino dijo que era su serie preferida de Netflix. Por ello, dado que Halloween se va acercando, os animo a hacer un pequeño maratón si no la habéis visto. En el caso afirmativo, os reto a encontrar a todos esos fantasmas escondidos. Es tan fácil como entrar a la plataforma de streaming y disfrutar. Eso sí, tened cuidado con la señora del cuello torcido.
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