Hablar de James Gunn hoy en día es hacerlo del director de varias de las películas del género de superhéroes más aclamadas de la crítica. Sin ir más lejos, Guardianes de la Galaxia Vol. 3 se considera como uno de los pocos estrenos del Universo Cinematográfico de Marvel que han estado a la altura después de Vengadores: Endgame. Pero como cualquier otro cineasta, el también guionista tiene un pasado, uno que nos lleva hasta una película que no gusto a nadie.
Para esta historia nos tenemos que remontar a principios de siglo. Concretamente a tres semanas antes del estreno de Spider-Man de Sam Raimi. El género que le encumbró estaba a punto de vivir el pelotazo que demostraría a Hollywood las ganas del público por ver este tipo de historias para todos los públicos donde héroes, con capacidades sobrenaturales, eran capaces de salvar el día. Pero al mismo tiempo que eso pasaba, Warner Bros. quiso probar suerte llevando a una audiencia unos dibujos animados que engancharon a los niños de los 70.
El desafío era mayúsculo. Scooby-Doo, el film del que hoy os venimos a hablar, tenía el reto de modernizar y presentar en live-action unos personajes claramente hijos de su época, de ese espíritu alegre y despreocupado. Era difícil que pudiera salir algo bueno de ahí, y así fue, la adaptación terminó siendo algo más de 90 minutos de espantoso metraje con un CGI claramente deficiente y unas bromas que hacían a más de un padre salir horrorizado de las salas de cine.
Una película con identidad propia
Lo peor de todo es que muchos de sus errores eran idénticos a los vividos años atrás con otra adaptación de Hanna-Barbera, Los Picapiedra. ¿Cómo Hollywood pudo volver a tropezar con la misma piedra? Sea como fuere, y aunque la crítica la machacó, Scooby-Doo sí supo tener suficiente identidad propia como para con el tiempo ir subiendo peldaños y alcanzar el status de cinta de culto.
Sí, algunas de sus payasadas espantaba a más de uno, pero también hacía reír de forma descontrolada a otros espectadores. Su humor subido de tono no lo hacía muy recomendable como cinta familiar, pero lo convertía en un hit entre los jóvenes —hizo 275,8 millones de dólares en taquilla—. Su CGI era malo hasta decir basta, pero le hacía un perfecto hijo de su tiempo. Scooby-Doo supo perdurar en el tiempo, y sin duda tuvo que ser fundamental en la carrera de James Gunn, ahora convertido en presidente y director ejecutivo de DC Studios.
Tanto que no duda en hablar de este simpático proyecto vez en cuando. Por ejemplo, hace unos años confirmó que había un corte no apto para menores de edad por culpa de un escote que tuvieron que editar desde la sala de montaje.
La película rindió bien a nivel comercial y se ganó el derecho a una continuación que sufrió una caída en la taquilla que dejó herida de muerte la franquicia en cines, si bien años más tarde y en plena pandemia se estrenó ¡Scooby!, una cinta de animación esta vez 100% destinada a los más pequeños que tampoco gustó. De hecho, son más los fans ahora que sueñan con un regreso triunfal de los personajes del film live-action que con algún nuevo desarrollo en animación.
¿Dónde ver Scooby-Doo?
Como siempre, estos temas de viaje al pasado tienen un objetivo y es darte una razón para disfrutar de una película en casa a la espera de mejores temperaturas para disfrutar de un buen plan en la calle. Así, esta noche de 11 de agosto, a partir de las 21:10 (hora peninsular), se puede ver Scooby-Doo a través de Bing. Tanto esta primera entrega como su secuela están disponibles en HBO Max.
A continuación os dejamos con la sinopsis oficial del largometraje. "Dos años después de que un choque de egos obligase a Misterios S.A. a cerrar sus puertas, Scooby-Doo y sus avispados amigos son llamados individualmente a Spooky Island para investigar una serie de incidentes paranormales en un resort".
La película, aunque escrita por James Gunn, estaba dirigida en realidad por Raja Gosnell, que años más tarde también se haría cargo de adaptar Los pitufos.