Venom se pierde en su propia mitología a la hora de cerrar su primera trilogía. Crítica sin spoilers de Venom - El Último Baile

El antihéroe arácnido y alienígena de Marvel cierra su trilogía desafiando las expectativas sobre su despedida de la gran pantalla

Venom: El Último Baile tenía ante sí una difícil doble misión. Por un lado, cerrar la trilogía de Tom Hardy como el anti-héroe alienígena de Marvel con una conclusión digna; por otro, elevar el nivel de las películas del universo Spider-Man (sin Spider-Man) tras desastres como Morbius y la aún menos celebrada Madame Web. Pero, por desgracia, no logra ni una cosa ni la otra. Esta tercera aventura cinematográfica del simbionte alienígena se pierde en su propia mitología y deja una película desarrollada con una evidente desgana.

Tan predecible como sosa

Es evidente que el entusiasmo en torno a Venom había disminuido desde la caótica pero entretenida Venom: Habrá Matanza. Quizá no quedaban demasiados seguidores esperando otra aventura de Eddie Brock y su peculiar y tentacular amigo alienígena. Sin embargo, incluso los más fieles del simbionte seguramente se sentirán decepcionados esta vez. Lo que El Último Baile ofrece no es más que una sucesión de clichés predecibles, sin el menor atisbo de originalidad, y con una torpeza en su ejecución que te hace dudar de si alguien en el equipo creativo realmente quería estar ahí.

Uno de los puntos más alarmantes es la sensación de que el guion se ha desarrollado sin cariño, como si fuera una fallida receta de éxito instantáneo. A lo largo de toda la película, cada giro argumental y cada decisión de los personajes parecen sacados del manual básico de películas de superhéroes, sin añadir ni un solo detalle fresco o emocionante. Todo es tan previsible como soso. No hay sorpresa, no hay chispa. Solo nos queda ver cómo Tom Hardy vuelve a interpretar a Eddie Brock, un personaje que parecía prometedor al principio, pero que ahora se siente agotado. La falta de entusiasmo de Hardy se contagia al resto del reparto, donde sí se puede destacar el breve, pero sólido trabajo de Rhys Ifans y Stephen Graham.

Y hablando de Hardy, es imposible ignorar que, a pesar de su inmenso talento, aquí se le ve poco involucrado con su trabajo. Eddie Brock, que en las dos primeras entregas funcionaba como la mitad humana de esta comedia de amigos, está más apagado que nunca. No es que Hardy no tenga potencial, sino que parece que simplemente está haciendo acto de presencia, cumpliendo con un contrato más que viviendo al personaje. Las interacciones entre Brock y Venom, que en su día destacaban por su absurdo y sus momentos de humor, esta vez se sienten forzadas y, en muchas ocasiones, sin gracia alguna.

Uno de los grandes lastres de Venom: El Último Baile es su incapacidad para encontrar un tono coherente. La película salta de la buddy movie a la típica historia de superhéroes, de secuencias de acción superlativa a momentos de comedia familiar, sin lograr dominar ninguna de estas propuestas. El resultado es un batiburrillo de ideas en las que ninguna termina de funcionar del todo bien.

En cuanto a la dirección de Kelly Marcel, quien debuta en esta tarea, el resultado no podría ser más pobre. Aunque Marcel ya había trabajado en los guiones de las entregas anteriores, esta nueva responsabilidad parece haberle venido grande. Los pocos momentos en los que el film logra destacar suelen ser por las razones equivocadas. Las secuencias de acción son genéricas y poco inspiradas, mientras que los momentos que intentan ofrecer humor o excentricidad están fuera de lugar y, en más de una ocasión, ridículos. Creo que tardaré meses en borrar de mi memoria a Venom bailando al ritmo de "Dancing Queen" de Abba.

Un acabado muy poco cuidado

La calidad técnica también deja mucho que desear. A pesar de que el CGI en las películas de superhéroes ha tenido momentos memorables, Venom: El Último Baile no es uno de ellos. Los efectos especiales que deberían potenciar las secuencias de acción y convertir a Venom en una fuerza temible y visualmente imponente, aquí resultan decepcionantes. Pero no solo se nota el poco mimo (o presupuesto) en los efectos digitales, también en los descampados valencianos (en serio, mucho metraje fue rodado en España) y las bases secretas de cartón piedra en las que se desarrolla la película. Incluso los reshoots se notan por el evidente cambio de peso de Hardy entre escenas

El humor, que había sido uno de los pilares de las dos primeras entregas, también ha perdido toda su efectividad. El chiste ya estaba contado: lo que antes resultaba divertido y bizarro, ahora simplemente parece absurdo. Eddie y el simbionte han perdido su química. Las bromas no funcionan y se perciben como intentos desesperados de inyectar vida a un guion que no tiene ni una pizca de ingenio. Si en algún momento te ríes, probablemente sea por la incredulidad ante lo que estás viendo, no por el humor intencional de la película.

Es mejor si vas al cine con los deberes hechos

Otro de los grandes problemas de El Último Baile es su dependencia excesiva de las dos películas anteriores. Si no has visto Venom y Venom: Habrá Matanza, es probable que te encuentres perdido. La película no se molesta en ofrecer un contexto claro para los nuevos espectadores y da por sentado que todo el mundo entiende la relación simbiótica entre Eddie y Venom, el origen del resto de alienígenas que salen de la nada (o mejor dicho, de un tubo de cristal), así como los conflictos y personajes, tanto nuevos como de las anteriores películas.

Lo que es aún más decepcionante es que, como cierre de trilogía, Venom: El Último Baile falla en brindar una conclusión satisfactoria. Aunque se nos había prometido una despedida épica para el dúo protagonista, la realidad es que la película no cierra ningún ciclo. Al contrario, deja la puerta completamente abierta para un posible regreso de Venom y Eddie Brock, algo que podría haber funcionado si esta entrega hubiese tenido el impacto necesario. Pero lo cierto es que termina con una nota baja, sin emoción ni verdadera resolución.

Lo que es peor, la película parece ser poco más que un avance para lo que Sony pretende hacer próximamente con el personaje. Un tráiler muy largo y bastante aburrido. En lugar de centrarse en dar un adiós digno a Venom, El Último Baile se dedica a sembrar las semillas para la llegada de Knull, un importante villano de la mitología de Venom en los cómics. Sin embargo, la presencia de Knull en esta película se reduce a unas cuantas escenas en las que aparece sentado en un trono oscuro y suelta algunas frases amenazantes. Todo parece una lastimosa promesa de "la próxima película será la buena".

Venom: El Último Baile se siente más como una obligación contractual de los implicados que como un cierre digno para la trilogía. Con un guion tedioso, una dirección torpe y unos efectos visuales flojunos, esta película no hace justicia ni a sus personajes ni a los seguidores que han acompañado a Eddie Brock y Venom hasta aquí. Si esperabas una despedida épica para el simbionte y su anfitrión, es probable que termines, como yo, deseando que no te sacaran a bailar esta canción. La oscuridad quiere arrastrarte a ver Venom: El Último Baile, pero no la dejes.

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